Recortes fiscales amenazan la estabilidad política de los países exportadores de petróleo en Medio Oriente
Gobiernos autoritarios aplacaban el descontento social con políticas de fuertes subsidios que ya no pueden financiar.
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En meses recientes, los productores petroleros de Medio Oriente y África del Norte han comenzado a ajustar sus mentalidades a una nueva realidad de bajos precios del petróleo, con una serie de presupuestos para 2016 que contienen fuertes recortes del gasto y nuevas medidas de recaudación de ingresos. Sin embargo, esos fuertes reajustes fiscales podrían amenazar el largo acuerdo informal entre las personas y sus gobiernos autoritarios -que involucra que el Estado entregue generosos sistemas de bienestar a cambio de una falta de escrutinio público- con consecuencias potencialmente serias para la estabilidad doméstica.
Se podría decir que este acuerdo se ha estado erosionando por algún tiempo. Incluso dejando fuera los conflictos de la Primavera Árabe en 2011, una combinación de crecientes niveles educacionales, mayor conciencia global (a través de más viajes y acceso a noticias internacionales) y la llegada de sitios de redes sociales (que han permitido las poblaciones expresar sus opiniones sobre asuntos nacionales) ha provocado una creciente desazón pública con los fracasos de sus líderes y la falta de responsabilidad.
Sin embargo, los gobiernos han hecho muy poco en la mayoría de los casos por abordar los déficit democráticos en sus países, prefiriendo en cambio, después de 2011, gastar vastas sumas -generalmente a través de mayores salarios y bonos- en mantener a sus poblaciones bajo control. Sin embargo, con los presupuestos más ajustados, esto ya no es una opción.
Alto riesgo político
Según el Índice de Riesgo de la Economist Intelligence Unit, que evalúa a 180 países en diez categorías de riesgo, el riesgo de una inestabilidad política en los productores de petróleo del Medio Oriente y norte de África ya está relativamente alto. En una escala de cero a 100 (con cero siendo el menos riesgoso y 100 el más riesgoso), los doce países dependientes del petróleo de la región tienen un puntaje promedio de 67; en comparación, África subsahariana tiene 55, Europa 49 y Latinoamérica 40.
No es sorprendente que los países ya afligidos por conflictos internos sean los que tienen peores puntajes: Yemen, Irak, Libia y Siria. En la mayoría de estos países (Yemen, Siria y Libia), los presupuestos son irrelevantes, dada la falta de control por parte del Ejecutivo (o múltiples ejecutivos, en el caso de Libia). Sin embargo, incluso en Irán, donde la producción de petróleo alcanzó un máximo histórico en 2015, el gobierno está planeando recortar el gasto total en 11,4% en 2016.
Con menores partidas de gastos hacia las regiones de Irak, los llamados de los políticos locales en el sur (donde se ubica la mayoría de los campos petroleros) para recibir una mayor participación en los botines del petróleo sin duda crecerán, una situación que podría resultar en un creciente sentimiento secesionista. Este sentimiento será particularmente fuerte en el Kurdistán Iraquí (que produce cerca de 500 mil barriles diarios). Las transferencias fiscales desde el gobierno federal en Bagdad al Gobierno Regional Kurdistán están suspendidas actualmente, ya que el gobierno local concluyó que le puede ir mejor si exporta su petróleo de forma independiente. A menos que esta práctica se revierta pronto, el potencial de una declaración de independencia de esta región es alto.
Tendencias secesionistas
En otros países, pese a que la probabilidad de tendencias secesionistas similares es pequeña, la situación de las minorías inquietas es una amenaza. En Arabia Saudita, por ejemplo, que en enero elevó el precio de los combustibles en 50% como parte de sus recortes de gastos del presupuesto de este año, la población chiíta se ha quejado por mucho tiempo de su marginalización económica y política, culminando en protestas periódicas en la provincia oriental (donde se concentra la población chíta del reino). Con las protestas surgiendo de nuevo luego de la ejecución del clérigo chiíta jeque Nimr al‑Nimr, la perspectiva de mayores costos de la vida y el deterioro de las condiciones se sumará a un contexto inestable.
La situación es incluso más febril en Baréin, donde una hermandad sunita gobierna a una mayoría chíita. Baréin fue testigo de las mayores protestas populares en el Golfo en 2011, que sólo pudieron ser apaciguadas por una brutal represión estatal. Sin embargo, la violencia y las protestas se han mantenido, y se han agravado desde entonces por los recortes fiscales. Es probable que el informe del 11 de enero de que el gobierno había elevado los precios de los combustibles en 60% saquen de nuevo a la gente a las calles, especialmente entre la población chiíta más pobre.
En otros países, como Irán y Algeria, la cambiante situación fiscal llega en medio de crecientes luchas de poder internas. En Irán, esta lucha se enfoca principalmente en el acuerdo nuclear alcanzado en julio de 2015 y, en particular, entre quienes buscan integrar a Irán en la comunidad global (lo que se centra en el presidente, Hassan Rowhani) y quienes por razones ideológicas y financiera se oponen a ese cambio. En medio de esta lucha, cada lado buscará culpar al otro por el recorte fiscal, lo que se suma a las tensiones asociadas con las elecciones parlamentarias y de Asamblea de Expertos en febrero.
En Algeria, el liderazgo del país se está volviendo crecientemente enredado en una disputa interna por la sucesión, a medida que el envejecido presidente, Abdelaziz Bouteflika, desaparece gradualmente de la visión pública.
Sin embargo, la habilidad de sus sucesores de imponer orden se verá severamente restringida por la ajustada situación fiscal, un conjunto de circunstancias que podrían ser replicadas en Omán, donde el sultán, Qaboos bin Said al‑Said, no ha escogido a su sucesor.
El riesgo de inestabilidad política en Qatar y Emiratos Árabes Unidos es menor, dada que la alta riqueza de la población y la habilidad de sus gobiernos de mantener niveles relativamente altos de gasto al recurrir a sus enormes stocks de reservas.
Sin embargo, en estos casos, las poblaciones y sus líderes se están teniendo que ajustar a la cambiante realidad económica, con el emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad al‑Thani, advirtiendo en noviembre a sus súbditos que el gobierno ya no puede “proveer todo”.
Al menos en esos casos, sin embargo, el gobierno tiene al menos la libertad de hacer los ajustes fiscales necesarios (incluso si no tienen la voluntad). Pero en el caso de Kuwait, la relación disfuncional entre el parlamento y el gobierno probablemente descarte una reforma fiscal mayor.